Planificar un embarazo es un paso importante que requiere preparación física y emocional. Adoptar hábitos saludables, como una buena alimentación y actividad física, puede mejorar la fertilidad y favorecer un embarazo saludable. También es clave evitar factores de riesgo y acudir a un especialista para evaluar el estado de salud y prevenir posibles complicaciones.
En este artículo, te contaremos qué aspectos debes cuidar al prepararte para un embarazo: desde la importancia de una alimentación y un estilo de vida saludable hasta los estudios médicos recomendados y los cuidados específicos según la edad. Seguir estos consejos puede ayudarte a mejorar tus posibilidades de concebir, ya sea de forma natural o mediante tratamientos de reproducción asistida.
Prepararse para el embarazo implica adoptar hábitos que promuevan una concepción y gestación saludables. Una alimentación equilibrada y un estilo de vida saludable son fundamentales en este proceso.
Una nutrición adecuada antes y durante el embarazo es esencial para el desarrollo del bebé y el bienestar de la madre. Se recomienda una dieta rica en frutas, verduras, granos integrales, proteínas magras y grasas saludables. Estos alimentos aportan los nutrientes necesarios para el organismo.
Es importante asegurar una ingesta suficiente de ácido fólico, hierro y calcio. El ácido fólico, por ejemplo, ayuda a prevenir defectos del tubo neural en el feto. Se sugiere consumir 400 microgramos diarios de ácido fólico antes de la concepción y entre 600 y 1000 microgramos durante el embarazo. Fuentes naturales de folato incluyen verduras de hoja verde oscuro, cítricos, lentejas y frijoles.
La actividad física regular contribuye a mantener un peso saludable, mejora el estado de ánimo y reduce el estrés. Se aconseja realizar al menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico de intensidad moderada, como caminar, nadar o practicar yoga prenatal. Es recomendable consultar con un profesional de la salud antes de iniciar o continuar una rutina de ejercicios durante el embarazo.
Abandonar hábitos perjudiciales también es clave para una concepción saludable. Evitar el consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias nocivas ayuda a proteger la fertilidad y el desarrollo fetal. Además, se recomienda limitar la ingesta de cafeína a menos de 200 mg diarios, lo que equivale aproximadamente a una taza de café de 12 onzas.
El estrés también puede influir en la fertilidad y el bienestar general. Así pues, incorporar técnicas de relajación, como la meditación, la respiración profunda o el yoga, puede ser beneficioso. Asimismo, mantener una buena higiene del sueño y buscar apoyo emocional en amigos, familiares o grupos de apoyo contribuye a una mejor salud mental y física.
Antes de buscar un embarazo, es recomendable someterse a una serie de evaluaciones médicas para asegurar que todo esté en óptimas condiciones. Te detallamos cuáles son las principales:
Una visita al ginecólogo permite evaluar la salud reproductiva. Durante esta consulta, se realiza una exploración física completa, que incluye una ecografía transvaginal para examinar ovarios y útero, y pruebas de laboratorio para descartar infecciones o desequilibrios hormonales. También se puede analizar el moco cervical, esencial para la concepción.
Los análisis de sangre ayudan a medir los niveles de hormonas clave que regulan el ciclo menstrual y la ovulación. Entre ellas, la hormona foliculoestimulante (FSH), la luteinizante (LH), el estradiol y la hormona antimülleriana (AMH). Estos valores ofrecen información sobre la reserva ovárica y la función ovárica.
Mantener un peso saludable es fundamental, ya que tanto el sobrepeso como el bajo peso pueden afectar la fertilidad y aumentar el riesgo de complicaciones durante el embarazo. Un índice de masa corporal (IMC) adecuado favorece ciclos menstruales regulares y una ovulación óptima.
Si tras un año de relaciones sexuales sin protección no se ha logrado el embarazo, es aconsejable realizar estudios de fertilidad. Para la mujer, esto puede incluir una histerosalpingografía, que evalúa la permeabilidad de las trompas de Falopio y la estructura uterina. Además, se pueden considerar pruebas genéticas, como el cariotipo, para detectar posibles alteraciones cromosómicas que afecten la fertilidad.
La preparación para el embarazo, además, varía según la edad de la mujer, ya que las necesidades y riesgos pueden diferir significativamente:
En este grupo de edad, la fertilidad suele estar en su punto óptimo. Sin embargo, es importante:
Evaluación médica: Realizar una revisión ginecológica para asegurar que no existan problemas de salud que puedan afectar la concepción o el embarazo.
Estilo de vida saludable: Mantener una dieta equilibrada, practicar ejercicio regularmente y evitar los hábitos nocivos anteriormente comentados.
Planificación familiar: Si después de un año de intentos no se logra el embarazo, es recomendable consultar a un especialista en fertilidad.
A partir de los 40 años, la fertilidad disminuye y aumentan ciertos riesgos asociados al embarazo. Es aconsejable:
Independientemente de la edad, es esencial contar con el apoyo de profesionales de la salud y seguir sus recomendaciones para asegurar una concepción y embarazo saludables.
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