El simple hecho de que una implantación embrionaria no haya funcionado no significa que se haya dado un fallo de implantación. Se considera un fallo de implantación cuando después de tres ciclos de fecundación in vitro una mujer no logra quedarse embarazada. Ahora bien, también es necesario haber utilizado entre 6 y 10 embriones de calidad y que la mujer no tenga una edad avanzada. Si no, en ningún caso se considera fallo de implantación.